Para que una operación de rescate sea calificada de perfecta, tendría que estar blindada a los escándalos como en un comienzo parecía que iba a estar. Luego el cuento se fue desbaratando con el tiempo y justo como la lógica lo manda: cuando se enfría el caldero se puede ver claramente.

De la emoción por la libertad de los secuestrados por las Farc, sobrevino la calma y con ella la razón que la emoción no dejó tener en su momento. Sobrevinieron las reflexiones y a decir verdad, aun en calma, parecía que nada iba a desdibujar el nivel de perfección que le había atribuido Ingrid Betancur a este operativo de engaño militar, haciendo que se reafirmará -en su momento- que era cierto que existía la "inteligencia militar", algo que difícilmente se había demostrado en Colombia.

Pero luego vino el primer conato de escándalo cuando la cadena norteamericana CNN en Español denunciara el intento de venta de imágenes inéditas de la Operación Jaque por 300 mil dólares en las que se revelaba que un oficial había utilizado el emblema de la Cruz Roja Internacional.

Las disculpas presidenciales en el momento parecieron ser válidas y fueron tratadas por la misma Cruz Roja, la comunidad internacional y la sociedad con la consabida indulgencia como un pecado menor ante el arrasador resultado obtenido y más si ese uso se había dado por nervios de un oficial a último minuto y de manera no intencionada como se afirmó en un primer momento.

Con la publicación del video completo por parte del canal privado de Colombia RCN - del cual parece que es el resultado de una transacción de compraventa que sugiere un claro hecho de corrupción dentro de las fuerzas militares por vender material clasificado como ultra secreto- queda claro no solo que el uso del logo de la Cruz Roja Internacional fue hecho de manera deliberada con un propósito de engañar a costa del mal uso de un emblema humanitario, sino del mal uso de la figura del "periodista" como un comunicador imparcial que no toma partido dentro de los conflictos armados, desdibujando el deber ser del periodista.

No se trata del uso de logotipos como el de la Cruz Roja Internacional o de los logotipos de medios de comunicación en chalecos de periodistas, sino de poner en entredicho la labor de "periodista" como un oficio serio que en este caso fue suplantado por soldados de manera no ética y en una acción militar, que si bien, no tuvo armas ni disparó un solo tiro con un excelente resultado, no dejó de ser una acción de guerra en medio de un conflicto entre dos bandos.

No puede permitirse que en las batallas y en los combates todo se valga ni que el principio maquiavélico se apodere de los propósitos. Ante todo debe haber respeto por los que son utilizados en medio y en este caso son los periodistas que como se recconoce, son los garantes de sociales de los derechos, las libertades y de la democracia.

Poner en entredicho su condición neutral en los conflictos y su dignidad en suplantaciones como estas, ponen en riesgo la profesión de miles de personas que ejercen seriamente y transparentemente el periodismo en medio de los conflictos del mundo.

Es tan grave utilizar de mala manera la figura del periodista y suplantarlos como el utilizar el emblema de un organismo humanitario. Ambos son neutrales en los conflictos o al menos ese debe ser su propósito. La figura del periodista no debe ser utilizada tendenciosamente dentro de tácticas de guerra como son las operaciones psicológicas o de inteligencia como en este caso, así como jamás deberán utilizarse como escudos en los combates.

Frente al este tema se han pronunciado varias entidades y asociaciones nacionales e internacionales de periodistas como el Comité de Protección a Periodistas con sede en Nueva York y en donde la CPJ dice en carta enviada al presidente Alvaró Uribe en algunos de sus apartes:

" Fingir ser periodistas eleva el riesgo para todos los reporteros, en particular para aquellos que cubren el conflicto civil de cinco décadas en regiones que son controladas por los grupos ilegales armados. En las áreas rurales, los periodistas son a menudo amenazados por guerrillas y paramilitares y presionados por autoridades civiles y militares, según la investigación del CPJ.

Afecta la posición de la prensa como cuerpo independiente, especialmente aquellos periodistas que trabajan en zonas de conflicto y que confían en su estatus civil, tal como establece la Convención de Ginebra.

Al hacerse pasar por periodistas, las fuerzas de seguridad socavan el rol de la prensa libre y producen desconfianza en la profesión, provocando en última instancia un daño al bien público."


La Federación de Periodistas de América Latina (FEPALC) y la Federación Colombiana de Periodistas (FECOLPER) también se pronunciaron en carta al Ministro de Defensa Nacional en donde dan a conocer su posición:

"La credibilidad sobre la identidad de periodistas como tales queda en entredicho al momento de encontrarse con distintos grupos armados, convirtiéndose en potenciales víctimas de la hostilidad bélica y que esta argumentación está en las nociones básicas del Derecho Internacional Humanitario, cuyo cumplimiento fue firmado por el gobierno colombiano."

Lo grave de todo esto es que Colombia es el país donde mayor persecución sufren los periodistas quienes son acosados por los grupos guerrilleros, paramilitares, narcotráficantes y presionados por autoridades civiles y militares en todos los rincones del país, haciendo que ser periodista en Colombia sea la profesión mas peligrosa por estos tiempos.